El 14 de mayo de 2015, la Comunidad Internacional Bahá'í estará coordinando una campaña mundial para conmemorar el séptimo aniversario de la detención y el encarcelamiento de los siete líderes bahá'ís iraníes. La campaña tendrá una duración de siete días, desde el 14 hasta el 20 de mayo de 2015. cada día, la atención se centrará en uno de los siete líderes que continúan encarcelados bajo muy duras condiciones en dos de las prisiones más notorias de Irán. Se recordará a cada uno en el siguiente orden: 14 de mayo: Mahvash Sabet 15 de mayo: Fariba Kamalabadi 16 de mayo: Jamaloddin Khanjani 17 mayo: Afif Naimi 18 mayo: Saeid Rezaie 19 mayo: Behrouz Tavakkoli 20 mayo: Vahid Tizfahm El 21 de mayo, la campaña se resumirá y concluirá.

LA HISTORIA DE LOS SIETE LÍDERES BAHÁ’ÍS IRANÍES ENCARCELADOS. Desde hace siete años, siete líderes bahá’ís permanecen encarcelados injustamente en Irán. Sus condenas a 20 años de prisión son las más largas impuestas a cualquiera de los presos de conciencia actuales en Irán. Su dureza refleja la determinación del Gobierno para oprimir y exterminar completamente a la comunidad bahá’í de Irán, que se enfrenta a una persecución sistemática «desde la cuna a la tumba», constituyendo uno de los ejemplos más graves de persecución religiosa patrocinada por un estado en el mundo de hoy. Comunidades bahá’ís de todo el mundo siguen pidiendo su liberación inmediata – y la liberación de todos los presos de conciencia inocentes que hay en las cárceles iraníes. Los siete líderes bahá’ís eran miembros de un grupo ahora disuelto conocido como «Yaran-i-Irán» – o «Amigos de Irán». Este grupo, que actuaba con el conocimiento explícito del Gobierno, se dedicaba a la atención de las necesidades espirituales y sociales de los 300.000 miembros de la comunidad bahá’í del país. Tal órgano se creó porque en los años inmediatamente posteriores a la Revolución Islámica las autoridades iraníes habían ilegalizado las instituciones oficiales bahá’ís tanto a nivel nacional como local, ejecutando además a decenas de bahá’ís que habían sido elegidos para servir en esas instituciones. El grupo de los Yaran, fue tolerado por las autoridades no sólo porque existía una necesidad de coordinación, sino también porque era necesario un enlace entre la comunidad bahá’í y el Gobierno. Seis de los siete líderes bahá’ís fueron arrestados el 14 de mayo de 2008 en una serie de redadas de madrugada en sus hogares de Teherán. El séptimo había sido detenido dos meses antes, el 5 de marzo de 2008. Desde su detención, los siete – cuyos nombres son Fariba Kamalabadi, Jamaloddin Khanjani, Afif Naimi, Saeid Rezaie, Mahvash Sabet, Behrouz Tavakkoli y Vahid Tizfahm – han sido objeto de un proceso judicial totalmente viciado que ha ignorado por completo los requisitos internacionales de los derechos humanos y sus protecciones legales. Durante el primer año de detención, ninguno de los siente fue informado de los cargos contra ellos y prácticamente no tuvieron acceso a un abogado. Su juicio, dilatado durante un período de meses en 2010 a lo largo de varias sesiones que sumaron en total sólo seis días, se realizó ilegalmente a puerta cerrada, se basó en pruebas inexistentes. «El acta de acusación que fue emitida en contra de nuestros clientes … era más una declaración política, que un documento legal,» dijo uno de sus abogados, Mahnaz Parakand, «Fue un documento de 50 páginas … lleno de acusaciones y humillaciones dirigidas contra la comunidad bahá’í de Irán, y especialmente contra nuestros clientes. Fue redactado sin aportar ninguna prueba de las acusaciones «. La condena inicial de 20 años de prisión para cada uno de los acusados, se recibió con indignación en todo el mundo. Un mes más tarde, el tribunal de apelación revocó tres de los cargos y redujo su condena a penas de cárcel de 10 años. En marzo de 2011,sin embargo, se informó a los prisioneros que sus sentencias originales de 20 años de cárcel habían sido nuevamente impuestas. A pesar de las reiteradas peticiones, ni los prisioneros ni sus abogados han recibido nunca copias oficiales de la sentencia original o del fallo tras la apelación. Los siete continúan actualmente soportando duras condiciones en dos de las prisiones más notorias de Irán. Los cinco hombres están encarcelados en la prisión de Gohardasht en Karaj, una instalación conocida por su hacinamiento, la falta de salubridad y medio social peligroso. Las dos mujeres permanecen en la infame prisión de Evin, en Teherán, un lugar donde los brutales interrogatorios y torturas son comunes. Una protesta global sobre su injusto encarcelamiento continúa. En mayo de 2013, cuatro principales expertos en derechos humanos de la ONU pidieron su liberación inmediata. En mayo de 2014, personalidades iraníes influyentes, activistas de derechos humanos, periodistas y un líder religioso prominente audazmente se reunieron en la casa de uno de los siete para conmemorar el sexto aniversario de su encarcelamiento. Más tarde ese año, los líderes religiosos de todas las grandes religiones se reunieron en Londres para pedir su liberación. Desde 1979, más de 200 bahá’ís han sido ejecutados, cientos más encarcelados y torturados, a decenas de miles se les niega el empleo, la educación, la libertad de culto y otros derechos . Esta persecución se ha intensificado en los últimos años. Desde 2005, más de 700 bahá’ís han sido detenidos, y, desde abril de 2015, al menos 100 bahá’ís, incluyendo los siete, están injustamente encarcelados. El aumento de las detenciones se ha visto acompañada por una creciente ola de violencia contra los bahá’ís, marcadas por incidentes que incluyen ataques incendiarios, graffitis anti-Baha’i, la incitación al odio contra los bahá’ís desde medios públicos y privados, la profanación de cementerios bahá’ís, y la violencia contra los escolares. La persecución a los bahá’ís iraníes se extiende desde la cuna hasta la tumba . Bebés bahá’ís han sido encarcelados junto con sus madres. En la escuela primaria y secundaria, los niños bahá’ís son con frecuencia hostigados e insultados por los profesores. A los jóvenes se les niega el acceso que le corresponde a la educación superior. Los adultos tienen prohibido el empleo público y son objeto de discriminación en prácticamente todos los demás sectores de la economía. No se reconocen los matrimonios bahá’ís. A los ancianos se les niegan las pensiones a las que tienen derecho. Esta discriminación que todo lo abarca se extiende incluso tras la muerte, a los bahá’ís se les niega el derecho a un entierro apropiado, se incendian y destruyen sus cementerios sin que nadie sea enjuiciado por ello. El vandalismo en los cementerios bahá’ís lleva la persecución más allá de la tumba.

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